miércoles, 26 de septiembre de 2012

A 39 años de un crimen tan inexplicable como impune

Escribir sobre Historia reciente siempre es difícil. Más aún cuando se
trata de un hecho que aún hoy, 39 años después, permanece sin ser in-
vestigado a fondo, sin que se conozcan sus autores, y sin condena.

Para tratar de entender-haciendo un gran esfuerzo- el asesinato de
José Ignacio Rucci, debemos retrotraernos al clima de violencia, de
verborragia, de confusión ideológica imperante en nuestro país en los
principios de los años ´70.

Aún corriendo el riesgo de que las conclusiones no sean acertadas en su
totalidad, trataremos de resumir la confuso trama que lleva a que una de
las facciones de la alianza F.A.R. -Montoneros denominada "la Tenden-
cia" revolucionaria, planificara y ejecutara con absoluta frialdad el crimen
del Secretario General de la C.G.T.  con 23 disparos, y por la espalda,
el mediodía del 25 de setiembre de 1973.

En esto coinciden tanto José Pablo Feinmann como Juan Gelman, dos
renombrados estudiosos e intelectuales, que en su momento militaron en
la organización de tinte guevarista que buscaba llegar al poder "con la
fuerza que brota de la boca de un fusil" (Mario Firmenich declaró esta
tristemente célebre frase a la salida de una reunión con "el Viejo", como
ellos denominaban a Perón).

Como esta hoja está orientada fundamentalmente a los más jóvenes, que
se interesan por el estudio y la comprensión de la Historia sin "filtros" de
ninguna clase o ideología, vamos a repasar el oscuro período del final de
la dictadura militar, que comenzó con el derrocamiento del Dr. Illia, y a
fines de los ´60 entiende que no le queda margen para continuar.

Valiosos autores nos echaron luz sobre esos aciagos años, que no lográba-
mos entender por nuestra corta edad, y la sensación de estar envueltos en
una espiral de violencia y de sangre. En especial, la biografía del líder sindi-
cal es realmente esclarecedora, más si se la entrecruza o compara con los
importantes aportes ya conocidos de Feinmann, Altamirano, Terán, Larra-
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quy, Verón y Sigel. Sin embargo, fue el periodista entrerriano (nacido en
Crespo) Ceferino Reato el que definitivamente reabrió el debate con su
famoso libro "Operación Traviata", que ya agotó dos ediciones.

El presidente de facto Alejandro Agustín Lanusse se vio forzado a nego-
ciar con una parte del sindicalismo, que ingenuamente pensaba unificar, en
lo que denominó G.A.N. (Gran Acuerdo Nacional) Una de las facciones
que se atribuía la "legítima" representación del trabajador argentino, tras la
fallida reunión de  julio de 1970, declara que "pasa a la clandestinidad", en
obvia alusión a la frase del "Che".

Célebre es la disputa verbal que mantuvieon a posteriori el cordobés Tosco
con el moderado Rucci, autor de la frase "Nada sin Perón". Es decir, prime-
ro debía regresar el gran líder, después su mágico dedo decidiría quién era
peronista y quien no. Desgraciadamente, Perón nunca lo hizo. O mejor di-
cho lo hizo, pero cuando para  Rucci ya era demasiado tarde.

Perón retorna, se aísla en Gaspar Campos, reuniéndose con todos los secto-
res. Ningún sí, ningún no. Los necesitaba a todos. Allí urde el plan de poner
a un dentista útil a la causa como candidato de la ansiosa masa que le respon-
día ciegamente, añorando una dorada época, que obviamente jamás regresó

No se define, porque obviamante, los necesitaba a todos (la fórmula Perón -
Perón ganó por el 62% de los votos, sin primarias que "desechen" a ninguna
minoría como en la actualidad)  lo que exaspera a Montoneros, que como
vimos no se inició con la apertura masiva de las puertas de las cárceles que
hizo "el tío José", solamente se reforzó. Cámpora siempre sostuvo que fue
"el error más grande de su vida".

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¿Subestimó Perón el poder de la izquierda armada que se decía peronista?
Es improbable. Lo cierto que su discurso era de "tirar la pelota para adelan-
te" porque en realidad -dice Feinmann- la izquierda nunca le cayó bien.

"Organícense, empápense de la doctrina peronista"  les decía una y otra vez
el "General" a la J.P. y el resto de las facciones, que se echaban la culpa los
unos a los otros de lo que los más jóvenes creían era una "demora" en acce-
der a los primerísimos cargos del poder.

Perón había declarado a Rucci, un dirigente de extracción social muy humilde,
como su virtual "hijo", es decir estamos mentalmente situados en una época
donde se discutía -sin nombrarlo jamás para no disgustar al "Viejo"- quién
sería el heredero, el sucesor de Perón.

Los discursos de Rucci tenían una dialéctica que aún hoy emocionan. Tal vez
nadie supo interpretar las ideas de Perón mas que él. De hecho, irritaba a los
que buscaban en la revuelta social y las armas el modo de acceder al poder
"con o sin Perón en el frente". El ambigüo discurso de Perón los hacía sentirse
avalados....hoy nos dá risa, pero en esa época, el auge de la revolución cubana
o el bamboleante régimen socialista de Salvador Allende en Chile, y hasta el
empantanamiento de los "yanquis" en Vietnam obraban como acicate en las
mentes de los intelectuales juveniles, con cierta preponderancia de los que
estudiaban en Córdoba (eso está comprobado por varios autores).


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Dicho en otras palabras, cuando más se encumbra Rucci ,más enemigos se va
granjeando. Era la hora del "Pacto Social" pergeñado por Perón para la "paci-
ficación e integración nacional" que por supuesto los izquierdistas reprobaban
porque veían en él un retroceso en sus derechos laborales.

Rucci pasó a ser la cabeza visible de la burocracia sindical que había engatusa-
do - según la febril imaginación- al General. Y él lo sabía. Tras firmar el pacto
con sectores económicos históricamente contrapuestos al pensamiento "funda-
cional" del peronismo, declaró "Se que con esto estoy firmando mi acta de
defunción, pero como los intereses de la Patria están por encima de los
personales, firmo igual".

Su último "acto" como sindicalista también lo pintó de cuerpo entero. Mandó
un telegrama de apoyo a Salvador Allende, acorralado por una huelga salvaje
de camioneros chilenos, que pronto le daría la excusa ideal a Pinochet para
asestarle el golpe militar que lo derribó.

"El tiempo de los enfrentamientos ha terminado"- decía en su último discurso.
La convicción de sus palabras llama poderosísimamente la atención,pues se
sabía un hombre acechado, por lo que se separó de sus familia, mudándose
a un departamento en Flores, donde mantenía reuniones con los pocos ami-
gos que le quedaban.

El dibujo de Rep para el suplemento de "Pagina 12" es muy elocuente. Esa
"soledad" se acentúa cuando se entera que le matan a su secretario personal,
Osvaldo Bianculli.  Rucci se despide de su mujer Coca, unos días antes de
su asesinato : "Yo ya estoy jugado" -le dice.

Luis Beraza resume mejor que nadie el clima de la época : "Se había entrado
en una especie de fatalismo,donde la prudencia y el salvar la vida, era sinónimo
de cobardía, de traición."

El autor de estas líneas recuerda las voces de aprobación de cierto sector de
los trabajadores, de elevado nivel intelectual y con título universitario, emplea-
dos de una repartición por entonces estatal :" Bien hecho, por traidor" (textual,
su autora ya falleció).

Feinmann y Gelman coinciden. La idea era "tirarle el cadáver" a Perón a modo
de presión. Perón lloró y les declaró la guerra. "Me cortaron mi brazo derecho"

"Nuestro apoyo y nuestra excesiva comprensión hacia la guerrilla ha finalizado".

Es decir, les salió el tiro por la culata. Pero había más. Luego de haber arrasado
en las elecciones, el delgado hilo que (supuestamente) unía a Perón con los Mon-
toneros se tensa, a tal punto que el 1º de mayo de 1974, dos meses antes de su
muerte...Perón los echa de Plaza de Mayo.

El discurso del General era interrumpido por los bombos "Que pasa mi General-
está lleno de gorilas- el Gobierno popular" hasta que la ronca y debilitada coz del
anciano líder le dedica estos adjetivos "Imbéciles" "Imberbes" "infiltrados" "idiotas,
mercenarios al servicio del dinero extranjero".

Al resto de la Historia ya la conoces, muere Perón y asume una dama cuya única
experiencia política anterior fue una visita a sindicalistas mendocinos.

La familia de Rucci cobra en Bonos del Estado una idemnización de $ 240.000
el 1º de noviembre de 1999, amparándose en la ley 24.411. Posteriormente, se
publican los libros de Beraza (2003) y el más reciente de Reato, que llevan a su
hija, la actual parlamentaria Claudia Rucci, a interponer una petición ante la Justi-
cia para que el crimen de su padre (ella tenía 9 años y su hermano Aníbal, 14, el
día de los 23 balazos) sea considerado "de lesa humanidad".

El pasado 10 de agosto, el juez federal Ariel Lijo le negó ese carácter. a pesar de
la opinión de destacados especialistas en la materia, como Luis Moreno Ocampo,
que lo contradice aseverando que "el Tratado de Roma no distingue (a los críme-
nes de lesa humanidad según) la autoría del crimen", que fue el motivo esgrimido
por Lijo -no saber a ciencia cierta quienes fueron- para el dictamen negativo.

Por si no lo entiendes, te lo traducimos. El crimen prescribió.



BIBLIOGRAFÍA


 -FEINMANN, José Pablo. en capítulo "Fuimos nosotros" del fascículo "¿Quién
                                         mató a Rucci? IV" del suplemento "Peronismo, filosofía
                                         política de una obstinación argentina" del diario Página
                                         12, Buenos Aires, diciembre de 2009. (imagen 3)

- REATO, Ceferino  en "Operación Traviata" Editorial Sudamericana, Bs.As,
                                     2008 (imagen 4)

- BERAZA, Luis Fernando en "José Ignacio Rucci," (imagen 2) que mas que una
                                          biografía es un minucioso estudio de época, en posición
                                          absolutamente neutral. Editorial Vergara, Bs.As. 2003.


Para los que quieran indagar más en la época de la muerte de Rucci o anterior, es
de recomendar los libros "Fuimos soldados" de Marcelo Larraquy, "Ezeiza" de Hora-
cio Verbitsky , "Nuestros años sesenta" de Oscar Terán, el ensayo "Peronismo y
cultura de izquierda" de Carlos Altamirano (que ha revisado su capítulo final  en
la última edición de este verdadero clásico) "Los tres peronismos" de Ricardo Sidi-
caro y el esencial "Perón o muerte" de Eliseo Verón y Silvia Sigel , al que se lo
debe leer sin embargo teniendo en cuenta la "data" en que se lo escribió, 1986.

PARA escarbar aún más sobre los autores materiales del crimen de Rucci hay varios
sitios y blogs. Recomendamos no pasar por alto "elforro.com.ar" en su post " Rucci
asesinado por Montoneros".

SE CITAN libros y editoriales a los fines de no transgredir las leyes de autoría en
vigencia, aunque todos los citados están disponibles en sitios, aptos para su lectura
en tablets, PC, etc.


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